Cuando se trata de tus metas en cuanto al peso y el acondicionamiento físico, tal vez lo estés dando todo en el gimnasio y en la cocina solo tengas productos frescos y saludables, pero cuando se trata de resultados, no estás obteniendo los esperados. ¿Qué es lo que pasa?
Podría haber muchos factores en juego, pero un gran culpable podría ser el estrés. Aquí están algunas razones por las que, junto con sugerencias para reducir tus niveles de estrés, no estás bajando de peso a pesar de tus esfuerzos.
El estrés engorda: una dura realidad
El papel del cortisol
Sentirse agotado o abrumado desencadena la liberación de cortisol, una hormona diseñada para ayudar con nuestra respuesta de “pelear o escapar” cuando estamos en peligro. El cortisol le da al cuerpo la energía que necesita para hacer frente a las amenazas, y ciertamente juega un papel importante en mantenernos motivados y energizados.
Pero cuando el cortisol se eleva durante demasiado tiempo, se asocia con niveles más altos de obesidad, y particularmente con el aumento de peso en la sección media. Esto puede deberse en parte a que el cortisol nos hace desear carbohidratos ricos en azúcar, ya que proporcionan la fuente de energía más rápida.
Ni siquiera necesitaremos comer en exceso para que el cortisol afecte a nuestra cintura. La secreción crónica de la hormona en sí puede convertirse en un problema, esto se debe a que una de las funciones del cortisol es transportar la glucosa para que el cerebro y el cuerpo puedan usarla en el futuro cuando la necesitemos, pero bajo estrés crónico, el cuerpo no necesita toda esa glucosa extra, así que libera insulina para lidiar con ello, y esa insulina extra puede llevar al aumento de peso, y se convierte en un ciclo continuo.
Estresarse por el estrés
Quedarse atascado en este ciclo puede ser muy frustrante, especialmente si estás aumentando el seguimiento de calorías para controlar tu peso y todavía no ves resultados, o encima ganando más peso.
Una vez que hay un nivel crónico de cortisol secretado, ninguna cantidad de ejercicio o restricción calórica afectará al peso de alguien, además estas comiendo bien, haces ejercicio y todo lo que puedes para mantenerte saludable, sólo para descubrir que estas aumentando de peso, esto, a su vez, lleva a sentimientos de angustia y el ciclo de estrés continuará.
Con el estrés encima de tu estrés existente, eso podría llevarte a comer en exceso, pero también podría tener el efecto opuesto, algunas personas pierden el apetito durante los períodos de estrés, lo cual se debe a una hormona diferente, la corticotropina, que suprime el apetito.
Esta disminución temporal en la ingesta calórica puede causar pérdida de peso a corto plazo en algunas personas. Pero no es una buena estrategia para la salud a largo plazo, porque el déficit de calorías puede ralentizar el metabolismo y reprogramarlo para causar futuros aumentos de peso.
Estrategias relajantes
La buena noticia es que realmente puedes darle la vuelta y volver al buen camino.
Ser consciente de que uno está estresado es el primer paso, una vez que reconocemos estar estresados, y los comportamientos que pueden suceder debido a ello, tales como comer en exceso, solo entonces podremos comenzar a encontrar maneras de implementar mecanismos para manejar y reducir el estrés.
Esas estrategias para alejarnos del estrés dependerán de cada persona, algunas se divierten con el yoga y la meditación, mientras que otras encuentran que hacer una clase de spinning particularmente agotadora elimina la acumulación de cortisol del día.
Para la mayoría de las personas, dormir mejor y salir al aire libre siempre que sea posible puede ser útil, numerosos estudios han sugerido que caminar al aire libre puede llevar a una reducción duradera en los niveles de cortisol.
Incluso pequeños gestos, como no mirar el teléfono o aparatos electrónicos durante nuestro tiempo de ocio, pueden tener un gran impacto.
Por lo tanto, incluso aunque no estés estresado ahora mismo, poner en marcha estrategias para mantenerse así puede ser crucial para mantenernos en el buen camino, sin importar cuáles sean nuestras metas de peso a largo plazo.